ANTONIO DE TORQUEMADA

 

Antonio de Torquemada (h. 1507-1569). Retrato imaginario

Antonio de Torquemada, al que no hay que confundir con el famoso inquisidor, fue humanista protegido por y secretario del Conde de Benavente. Nació en el reino de León, seguramente  en Astorga, a principios del siglo XVI. Estudió en Salamanca. Viajó por Italia hacia 1528-1530. Medio literato, medio aventurero, cuenta en sus Coloquios satíricos --que algunos tienen por su mejor obra-- cómo en Cerdeña le desplumó un cura tahur, que conoció a un adivino, el astrólogo de Echari que no fallaba, y a un viejo de Tarento que rejuveneció a los cien años.

Espíritu imaginativo --como se ve por los testimonios anteriores-- y dado a lo maravilloso, disfrutó de la rica biblioteca benaventina, donde leyó y plagió a los clásicos. En la casona y finca del conde Antonio Alfonso de Pimentel fraguó sus obras: los Coloquios satíricos con un coloquio pastoril y gracioso al cabo de ellos (Mondoñedo, 1533), la Historia del invencible caballero don Olivante de Laura Príncipe de Macedonia, que por sus admirables hazañas vino a ser emperador de Constantinopla, citada por Cervantes en el Quijote y descrita como disparatada (I, VI), libro de caballerías destinado a la hoguera, pero que no es tan disparatado como otros y está muy bien escrito. 

Trata el primero de los Coloquios satíricos de los daños corporales y espirituales del juego (lo que hoy llamamos ludopatías); el segundo, de los yerros de médicos y boticarios; en el tercer coloquio se describen las excelencias de la vida pastoril; en el cuarto se denuncia el desorden en el comer y en el beber, con los daños que de esos excesos se siguen; trata el sexto coloquio de la honra mundana, de la que se gana por el valor y el merecimiento, y de los falsos honores; el séptimo coloquio adelanta la novela pastoril.

Portada de La historia del invencible caballero
don Olivante de Laura Príncipe de Macedonia 

Cervantes también refiere al Jardín de flores curiosas (1570), obra póstuma que se hizo popularísima durante más de medio siglo y fue traducida a todos los idiomas europeos cultos. El modelo más próximo en el tiempo del Jardín de Torquemada es la Silva de varia lección de Pedro Mejía (1547). A estas obras hay que añadir el Tratado llamado Manual de Escribientes, también póstumo (1574), reeditado en Madrid en 1970.




Torquemada prefiere las fuentes míticas, a Solino, a Claudio Eliano, a Plinio, a San Jerónimo, pero también cita la Biblia, a San Agustín, a Boecio, Plutarco, Aristóteles, Pomponio Mela... Es un erudito que admira a los padres del desierto y a la vez confunde a los demonios con genios. Como hemos dicho, Cervantes cita su Jardín de flores curiosas (en que se tratan algunas materias de humanidad, philosophia, theología y geographía, con otras curiosas y apacibles). El autor del Quijote (I, VI) censura la excesiva credulidad del autor, cuya obra está repleta de fantasmas, visiones, trasgos, brujas, hechiceros..., para el realismo de don Miguel los del astorgano son disparates y extravagantes fantasías. El Jardín es una miscelánea en seis diálogos que la Inquisición incluyó en sus Índice de libros prohibidos en 1632. 

Castalia publicó en 1982 una edición crítica del Jardín de flores curiosas. Y las obras completas del humanista Antonio de Torquemada han sido editadas por Turner (Madrid, 1994-1997).

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De la dedicatoria de los Coloquios satíricos al señor don Alonso Pimentel, primogénito sucesor en el Estado de Benavente...

" Doctrina es común de todos los filósofos, Muy Excelente señor, que aquello que se trata en la niñez y tierna edad de los hombres es lo que más se imprime en el alma y hace aposento en la condición, quedando como el sello en la cera..."


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