CAMPOAMOR
la dicha que se alcanza;
por ardiente que sea la esperanza
al convertirla en realidad es fría"
Humorada de Campoamor
Fue muy celebrado en su tiempo como poeta, en el nuestro es considerado "el bécquer prosaico". Comenzó a publicar versos en 1837 cuando aún estaba el romanticismo en su apogeo. Todavía es posible considerarlo un romántico en sus Ayes del alma (1842), pero el cambio hacia otro horizonte que el romántico ya se advierte en sus Doloras (1846) y se afirmará en sus Pequeños poemas (1872) y en sus Humoradas (1886). Para entonces ya había desterrado del lenguaje poético las manidas rosas, los melancólicos cisnes, las brillantes perlas, etc., que usaban y de las que abusaban románticos y neoclásicos.
En las Doloras, de tono volteriano y moralizante, muda en lenguaje directo, simple, coloquial. Desnudaba así al lenguaje poético del oropel viejo y de su fraseología falsa. Antecedente de Gustavo Adolfo Becquer, Campoamor era casi una década mayor que el poeta sevillano, hizo tabla rasa con una retórica envejecida. Quiere llegar al arte por la idea, se considera poeta-filósofo y no acepta el arte por el arte. Sus contemporáneos le consideraron un autor gnómico, un moralista en verso, cuyas observaciones tienen muchas veces más valor psicológico o dramático que poético. Sentencioso, irónico, anticipa las gueguerías de Ramón Gómez de la Serna. También en algunos de sus versos más aforísticos y epigramáticos Antonio Machado evoca a Campoamor.
Contrasta con antítesis lo que las cosas son con lo que parecen ser y pulveriza así las ilusiones románticas eno nombre de la observación realista haciendo uso del humor y de la ironía. Quita solemnidad a la poesía, pero la deja -dicen los críticos- con los pies desnudos en mitad del arroyo. Guillermo Díaz-Plaja le reprocha usar el vocabulario de la calle. El don Juan de Campoamor está reumático y se mira la lengua en el espejo mientras envejece en Cartagena. Se interesa por la fábula porque "el arte es enemigo de las abstracciones". Y sin embargo, lamentó no ser mejor considerado por las suyas como filósofo. Pacífico y decididaente antirrevolucionario, su escepticismo burlón y desconfiado unas veces, otras optimista y bonachón, hubiera merecido más atención si España no fuese, tanto en lo filosófico como en lo político, un país de extremosidades. Aunque llegó a ser autor de éxito, para nada hizo ostentación ni incurrió en vanidades, salvo, quizá, la del dogmatismo metafísico.
Huérfano desde muy niño, el intelectual asturiano pasó su infancia en el pazo de Piñera, en el hogar de su tía materna. Quiso ser jesuita. Empezó medicina y derecho para acabar dedicado a la literatura y a la política. Se casó con una irlandesa católica a machamartillo y conqueteó inofensivamente con un turba de admiradoras. Auténtico gentilhombre, no perteneció a la burguesía oligárquica, parásita y ostentosa de la Restauración. Centró su atención en los detalles de la vida cotidiana, en lo pequeño y consuetudinario, en los primores de lo vulgar, hasta desublimar lo elevado y degradar lo sublime con un talante sanchopancesco.: "Un don Juan sin dinero es un Juan Lanas".
"El tiempo a todos consuela,
sólo mi mal acibara,
pues si estoy triste se para
y si soy dichoso vuela"
(Humorada)
Campoamor obtuvo tanto éxito con sus dichos y epigramas que las Doloras llegaron a imprimirse en el dorso de las hojitas de los calendarios, a pesar o por causa de sus tópicos manidos y de su filosofía parda y aún predominando en ella cierto sentimiento desengañado, como una máscara trágica (dixit Valera) de la fisonomía jovial y cariñosa del poeta. Campoamor no condena la humanidad, pero la compadece; cree más en la debilidad que en la maldad humana. Más que misántropo es cínico, en el sentido antiguo de la palabra.
Las Doloras son relatos concisos con enseñanza moral, ecos del conceptismo. Usa en ellas paranomasias y retruécanos. Joaquín Turina puso música a tres "doloras" y a algunos de los cantares que acompañaron a las primeras en 1846. Campoamor intentó reiteradamente triunfar en el teatro con escaso éxito... Algunos estudiosos piensan que su prosa es superior a sus versos (Piñeyro, Gaos). Por eso nos parece injusto el olvido y desprecio a que son sometidos sus ensayos. Me consta que la profesora, articulista y poetisa Ana Rosa Carazo pensaba lo mismo.
Campoamor escribió y publicó libros filosóficos con pretensiones de totalidad sistemática o de sistema totalitario (esto último suena mucho peor que lo primero). Ironista como D'Ors, tampoco le importa dogmatizar, por ejemplo cuando reivindica un gobierno de los mejores para todos:
- Filosofía de las leyes (1846)
- El personalismo, apuntes para una filosofía (1855)
- La metafísica limpia, fija y da esplendor al lenguaje (1862)
- Polémicas con la democracia (1862, con una segunda edición ampliada en 1873)
- Lo absoluto (1865)
- Poética (1883)
- El ideísmo (1883)
A estas obras se pueden añadir otras relacionadas con su pensamiento, aunque no podamos tildarlas de "filosóficas" en sí mismas ni tengamos clara su fecha de publicación:
- La originalidad y el plagio.
- Sócrates.
- La Metafísica y la poesía ante la ciencia moderna.
Juan Valera, sin embargo, dedicó un extenso comentario a Lo absoluto, en el que afirmó que Campoamor es "el solo filósofo original" de la España de su tiempo. Esta obra tuvo una importante repercusión en la vida universitaria de su tiempo. Sea como fuere, es verdad que estaba muy al corriente de la filosofía internacional de su época y que intentó fijar un sistema al que llamó "personalismo".
No obstante, en la lírica Campoamor inició por si solo una renovación de temas y estilo que no cuajaría, pues a partir de 1860 los poetas jóvenes abandonaron su estela y se dejaron influir por la lírica alemana (Enrique Heine, sobre todo). Tal influjo culminaría en Gustavo Adolfo Bécquer.
Campoamor disfrutó de una vida endiabladamente feliz y tranquila, sin preocupaciones económicas y, a pesar de su insistente tono de relativa decepción, su suave ironía maliciosa y el cinismo guasón de su obra, permaneció siempre impertubablemente sereno y optimista, mucho más que su íntimo amigo, el cordobés Valera. Tenía a gala no luchar por sus pasiones, sino por su ideas, eso sí con la vehemencia de un "andaluz de norte". Se le consideró un poeta "del justo medio" o "del sentido común".
Sus composiciones épicas (Colón 1853, El drama universal 1869) o filosófico-narrativas (El licenciado Torralba, 1888) no tuvieron el éxito de sus Doloras, que fue inmenso, rivalizando con El diablo mundo de Esponceda, una de las obras más vendidas del siglo XIX. La introducción del humor y la poesía de ideas de Campoamor tiene su raíz en Espronceda. También las Humoradas y los Pequeños poemas fueron populares y todavía se siguen editando, como las Rimas de Bécquer, pero el abismo que separa, desde el punto de vista de su valor lírico, las composiciones del asturiano y del sevillano es infranqueable.
Donald L. Shaw, profesor de la Universidad de Edimburgo, elogia su Poética y lamenta que su práctica real no estuviese a la altura de su teoría. Campoamor podría haber revolucionado la poesía española en una época en que estaba necesitada de nuevos horizontes... Pero, cuando el modernismo empezó a manifestarse, su poesía cayó en desgracia entre la minoría culta. Azorín atacó ferozmente a Campoamor en La Voluntad (1902), aunque más tarde moderó su severa crítica. Salinas aifrmó que Campoamor daba aforismos morales por poesía.
"La amé el año pasado,
y hace ya un siglo, o dos, que la he olvidado"
(Humorada)
En cualquier caso, la obra de Campoamor esconde una subversión muy original bajo una elegante urbanidad. Su agudeza psicológica, su displicencia irónica, su sátira mordaz, su melancolía desilusionada, su "poesía de vértigo, de vacilación y de duda" ofrecen un interés permanente.
En cuanto a sus obras filosóficas, El personalismo (1835) y Lo absoluto (1865) constituyen una de las manifestaciones más raras del pensamiento español del siglo XIX. D. L. Shaw las describe como "búsqueda patética de un armonismo que concilie las creencias tradicionales con el positivismo científico progresista".
La Fundación Gustavo Bueno en su Biblioteca de filosofía en español ha editado en vegetal y en digital las Obras filosóficas de Campoamor.
– Humor, amor y filosofía (Antología poética). Selección, edición y prólogo de José Luis García Martín, Sevilla 2017
Bibliografía
– Vicente Gaos. La poética de Campoamor, Madrid 1955.
– D. L. Shaw. Historia de la literatura española 5. El siglo XIX, Ariel, 1976 (3ª ed.).
– Poesíasde Ramón de Campoamor, 2 tomos, ed. Sopena, 1974.
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