MANUEL FERNÁNDEZ DE LIENCRES

 

Manuel Fernández de Liencres Pérez (1922-2012)
"Caballero Veinticuatro" de Úbeda

En sus Apuntes para un mejor desconocimiento del hombre (Úbeda, 2010) (1), Manuel Fdez. de Liencres distinguía entre saber y conocer. Podemos saber mucho de una persona o de una cosa y conocerla poco. Para vivir nos basta con saber, por ejemplo que no hay que pasar con el semáforo en rojo, pero somos animales curiosos y buscamos conocer. Nos preguntamos por el bien y por el mal, por el principio de todo y por el fin. Buscamos el sentido, filosofamos.

¿Qué sabemos del Universo? Se pregunta el filósofo. Bien poco. Parece no tener límites. "Moramos en casa ajena" -dejó escrito Gonzalo de Berceo. Como si estuviéramos de paso. Y sin embargo, a Manuel la vida le dio para mucho, para pintar diez mil cuadros, según decía, para componer e interpretar música al piano, para volar, pues fue aviador, piloto militar, oficio que dejó porque no le gustaba ser lo segundo.

"¿Qué sabemos del Universo?", se preguntaba. Es probable -razona el librepensador- que el Universo esté diseñado de tal manera que nunca pueda ser comprendido. ¿Cuál es su origen? Fernández de Liencres arriesga dos soluciones posibles sobre la génesis del todo: la Casualista y la Creacionista. O bien el universo se ha originado a sí mismo mediante integraciones casuales [al azar] de energía, o bien es fruto de la Inteligencia y la Voluntad de un ser todopoderoso [¿por qué no de varios?]. 

Manuel Fdez. de Liencres fue también novelista


A juicio del Maestro, las dos hipótesis son absurdas, pero una de las dos tiene que ser verdadera. Los casualistas [que suelen también ser causalistas o deterministas como el demonio de Laplace] explican el prodigio de la vida, su rareza, como consecuencia casual de la materialización de energías liberadas por el Big Bang. Tal hipótesis es tan inverosímil como la de pensar que basta que se suelten por el mundo veintisiete letras para que casualmente se publique el Quijote de Cervantes o El Criticón de Gracián, o que del polvo de estrellas condensado surge, por azar, la catedral de Burgos. Además, si la vida se deriva natural y espontáneamente (esta objeción es la del maestro), no se comprende que esté tan excepcionalmente afincada en un grano volante del Océano interestelar visible, o sea, que sea exclusiva del Planeta Tierra, y que esté ausente -que sepamos- en las demás, o que las distancias entre una forma de vida y otra sean tan enormes e inhumanas que ni siquiera puedan saber la una de la existencia de la otra. 

¡Qué "despilfarro de estrellas"! -exclama el poeta y filósofo Fdez. Liencres. Qué sacrificio de millones de eventualidades para alcanzar la existencia o la presencia de una sola piedra o gusanito. "Manirrotismo cósmico" -le llama. ¿Por qué ese derroche de energía en producir diversidad, diferenciación, complejidad creciente? ¿Por qué un universo frío y caliente, cuando sería más económico que fuese tibio?

Tal vez consuele pensar que no sólo nosotros, contumaces consumistas, estamos aquejados de una perversa tendencia al despilfarro, sino también el Supremo Hacedor, en el caso de que exista y pueda aportar alguna vez sus sentidos inescrutables. No obstante, la hipótesis Creacionista -dice el maestro- también ofrece serias dudas. ¿Por qué iba a embarcarse un Ser perfecto y omnipotente en una dinámica tan confusa y sembrada de catástrofes, cataclismos, terrores y muertes como la evolución del universo y el devenir de sus historias? Además, no será el Gran Uno tan perfecto si los seres creados aspiran, respiran, sufren injustamente y expiran, precisamente "por estar desequilibrados", según el Maestro. ¿Cómo puede un ser perfecto enfangarse en una imperfección creadora? Desequilibrado estaría también el Creador metiéndose a alfarero astral, porque un Ser perfecto, como la esfera maciza de Parménides, se estaría quieto en su perfección, no se movería jamás y, por consiguiente, tampoco se molestaría en crear. Y, si Dios es el Ser mismo (Ipsum esse, como dicen los teólogos metafísicos), ¿adónde iría, puesto que fuera del Ser hay Nada? 

El filósofo, que se reconoce diletante o delectante, opina que lo mejor de la razón, lo único bueno de la razón es que nos permite el placer de razonar, pero que en cuanto nos enfrentamos con la muerte dejamos la razón de un lado y echamos manos de la irracionalidad. Que tampoco nos sirve de mucho, todo hay que decirlo. Lo que le fastidia a Fdez. de Liencres del universo es su inquietud, su inestabilidad, su eterna provisionalidad...

Ante el absurdo de la existencia, cabe la tentación de negar su realidad y proclamar, como hizo una vez Unamuno, que no somos más que "un sueño de Dios". Mas, según Fdez. de Liencres, no podemos dudar ni de la realidad ni de nosotros mismos porque existe el dolor, ese toque de atención que ofrecen las fallas de las partes de nuestra fisiología. Lo real nos hiere y esa experiencia del sufrimiento no es mero producto de la imaginación. 

"La vida se sacraliza en los niños", como dejó escrito Umbral, por lo tanto la vida también es sacrílega cuando se encarniza en la enfermedad o la muerte de un niño. "Por el mal de los niños descubrimos que 'la vida no es noble, ni buena, ni sagrada'. Descubrimos lo que la vida tiene de alimaña ciega, de cebarse en sí misma" y que "casi todos los movimientos del universo son estúpidos" (Francisco Umbral, Mortal y rosa, 1975). Y en uno de sus poemas, Fdez. de Liencres de pregunta: "¿Qué hace Dios con estas almas / de adelantada muerte, detenidas aún / sobre el umbral de cualquier insolencia, / de cualquier vengativo gesto, / de cualquier malicioso amor o duda, / incluso de cualquier horror / frente a la Naturaleza despiadada? / ¿Qué hace Dios que aquí guarda silencio?" (Versos para fortaleces la tristeza, XVII).

Todos nos morimos y, en muchos casos, sin dignidad. "Dios aprieta muchas veces y ahoga una sola vez" (Cartas a Ernestina..., XXXIV). La "docilidad de los muertos", su "engañoso vivir" nos destroza a veces el ánimo y destruye la esperanza. Fue un error letal de Nietzsche la sacralización hipostática de la Vida. La vida digna, creadora, esa sí merece promoción y protección...

"Solo es libre aquel que no ama la vida. Lo que llamamos amor a la vida no es, en el fondo, nada más que el horror de la muerte" (Cartas a Ernestina..., XIII).



Lamento haber tenido corta ocasión para tratar a este tipo singular, a esta singularidad humanísima, Manuel Fernández de Liencres, con pinta de quijote, romántico y bohemio, ajedrecista, poeta y parasicólogo ocasional, personaje con fama de cascarrabias y de curandero de melancolías, que en una breve y jugosa entrevista de Tico Medina, dice haberse transformado en "pintor a la carta" porque la literatura no le daba de comer. Tampoco el teatro, que amaba, ni el guión de cine que también co-escribió para Cupido el contrabandista (1962, interpretada por Antonio Ozores). Por lo menos, me quedan cuatro de sus libros, dedicados con cordialidad y afecto: Además de sus Apuntes del 2010, aquí comentados, su novela de 1991 Inés volvió a la tierralas Cartas a Ernestina sobre la conveniencia del fin del mundo (Baeza, 1984) y sus Versos para fortalecer la tristeza (Baeza, 1996), 

El caso es que hemos nacido para la actividad, por imperfectos seguramente y desequilibrados, como si tuviéramos que agitarnos y crear(nos) para completarnos, y obstinarnos en ese conatus misterioso, en ese padecimiento de seguir siendo. "Es lícito sospechar que se esconden 'intereses ocultos' en nuestro miedo instintivo a la extinción" (Cartas a Ernestina..., XXVIII). Tal vez nuestro dinamismo sea un efecto necesario de la imperfección congénita de la Materia. Por eso inventamos conceptos como amor, eternidad, infinitud, dios, libertad, etc. 

En ocasiones, la fe sirve de tapahuecos para aceptar semejantes desconocimientos, paradojas, contradicciones y absurdos. El miedo ordena nuestro pensamiento. Vale la fe como conjuro, mientras no sea fanática e intolerante. "De la esperanza nace la acción" (Cartas a Ernestina..., XXXI). Y ya se sabe que la esperanza es hermana siamesa de la fe, conchabada con el amor. La esencia de Dios, para el Maestro, es la creatividad (Cartas a Ernestina...,XVIII). Sin embargo, son el humor y el arte los que justifican, según el maestro, a la Humanidad (Ibidem, XVI). "El arte es para regalarlo. Tan solo los miserables lo venden. Ahora bien, el pueblo debe alimentar a los artistas y proveerles de todo lo necesario. ¿Qué sería del mundo sin el arte?" (Inés volvió a la tierra, XXXIX). Aunque ni siquiera el arte se libra de la maldad y de la vileza (Ibidem, LII). No obstante...

Tan solo los sueños por nosotros ideados,
tan solo el Arte o la Armonía
pueden burlar la mano airada,
el puño inminente del Destino.
Despojadnos de la Belleza imaginable,
del verso amigo, del pincel hermano,
de la entrañable música envolvente
y a tierra caeremos fulminados como el niño
que se adentra en la espesura del miedo,
como el ángel privado de su blancura,
como la luz en el vacío,
como el inocente pájaro matado.

De "Instantes como heridas", VII, Baeza 1996

En la entrevista de Tico Medina (Tico, nacido en Piñar, de Escolástico), Manuel Fdez. de Liencres recuerda que su abuelo despilfarró el dinero y que él mismo jamás le tuvo cariño al "vil metal", que nunca triunfó en las artes que cultivó y emprendió, pero que tampoco fracasó, tal vez porque disfrutó y se perfeccionó ejerciéndolas. A fin de cuentas, "cuando se escribe sobre lo que no se entiende queda siempre la sensación de haber aprendido algo". Vivió a su aire, excéntrico o periférico, fue, como dice Tico Medina, "uno de los últimos". Quiso morirse en Úbeda, sin un duro, porque allí tenía, en el panteón familiar, "un sitio donde caerse muerto". Y tal era su talante irradiando buenas vibraciones y "química positiva", que le hubiera gustado que sobre sus restos mortales hubiese brillado una placa que dijera: "Fulanito de tal, encantado de haberse muerto". 

Cuando falleció en 2012 dejó, a parte de miles de cuadros distribuidos por el mundo, siete hijos y veinte nietos.

Nota

(1) Sobre los Apuntes para un mejor desconocimiento del hombre y sobre el sentido o sinsentido de su título puede verse nuestra crítica en SIGNAMENTO:

http://signamemento.blogia.com/2010/081001-manirrotismo-cosmico.php

Un exposición secuenciada de sus Apuntes y otros artículos pueden leerse en IBIUT: 

https://www.vbeda.com/Ibiut/v/index01.php?b=265

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